Muchos deben pensar que la recuperación de la dignidad (o el término en sí) es poliquiteria, de esa añeja y tendenciosa, esa política demagoga e indigesta que tanto se opuso Platón.
No, la dignidad es la esencia, la metafísica del ser humano soberano de su propio «destino», parte de su libertad y de su existencia. La dignidad es el areté contemporáneo, el cual inmiscuido en él, debemos posicionarnos y enfrentar las adversidades de la vida, de la sociedad y del constante envenenamiento inducido por patricios, burgueses, aristócratas o empresarios que sólo buscan aprovechamiento y dinero.
Escupamos ese veneno a sus caras! La muerte indigna no llenará de orgullo a tus herederos! No exigir, luchar o defender tus derechos si te vuelve sumiso y cobarde, si, cobarde, tal como Francisco de Villagra en 1557, aniquilando desprevenidamente al ejército de Lautaro, el gran estratega mapuche (por mencionar un ejemplo).
Así es este Estado, herencia de la monarquía española asesina, cobarde y que muchos defienden. Este Estado se construyó y se seguirá construyendo con sangre y mencionaré algunos ejemplos: Sucedió en la Guerra Civil por la Independencia en 1818, donde coterráneos se disparaban unos contra otros por ideales de terratenientes, sucedió en los múltiples enfrentamientos sangrientos que dieron forma a nuestra constitución (1818, 1822, 1823, 1826, 1828 y 1833), sucedió en las revoluciones regionalistas en 1851 en Concepción y 1859 en Atacama, donde las lineas militares avanzaban y con bayoneta destripaban al oponente, sucedió en la Guerra Civil de 1891, donde primó la caballería y que terminada la matanza, resultaban empapados en sangre los jinetes y sus caballos y sucedió en la gran cantidad de matanzas obreras en la primera mitad del siglo XX, donde asesinaban a punta de fusil a niños, mujeres y ancianos que luchaban por dignidad!
Es hora que entendamos que la construcción de nuestra Nación y sociedad, la chilena, se ha logrado o forzado (en el caso contrario) con la imposición radical y la muerte de nuestros compatriotas y digamos las cosas como son, acaso no te suena hoy por hoy conocido? Si, pero camuflado.
La violencia no se impone, ni se impondrá, la violencia es parte de nuestra historia y nos acompañará mientras toleremos esta imposición como política estatal. Somos más que ellos, no tenemos dinero ni armas, si conciencia, empatía y orgullo de pertenecer donde pertenecemos y son ellas nuestras armas.
Soy Quinterano, amo mi tierra, la de un balneario como debió ser, con sus hermosas playas y sus peñascos, sus roquerios y sus arenas, de su gente y de su mar, de los pescadores y los chinos, de nuestra gente esforzada de rural, por el púcara del Cerro Mauco, por Retoqui (Ritoque) y los Batos, por las Petras y Lonco-cura (Loncura), por San Pedro y sus devotos, por Santa Luisa y Santa Adela, por Mantagua y San Ramón, por nuestra historia, por nuestros hermanos del Cavín de Puchun (Puchuncaví), por Horcón y sus «hippies», por su Caleta y por el amor al oficio que se empeñan en defender sus habitantes.
Por nuestros hermanos de Las Ventanas, que por su población no han tenido la fuerza para salir a alzar su voz, como sí lo hacen en La Greda. Pero para eso estamos nosotros, los quinteranos, somos más y ahí cuando ustedes nos necesiten, nosotros estaremos allí, para acompañarlos codo a codo, independiente de lo que digan los vecinos abnegados en su ceguera e individualidad, es que me importa poco lo que digan! Lucharemos por ustedes y por nosotros, lucharemos por sus hijos y por nuestra tierra, de esta tierra admirada por corsarios, piratas, geógrafos, cronistas, historiadores y poetas; por fotógrafos y extranjeros.
Amemos a Quintero, amemos cada rincón de esta Península y Bahía, lleno de parajes y exuberante vegetación, como en Valle Alegre y el interior, conozcamos a nuestra comuna como el nombre de cada una de sus famosas playas, como El Durazno, El Remolino y El Caleuche, nuestros trillizos; de Los Enamorados y el Parque Cousiño, amigos inseparables; de La Tortuga, El Papagayo y la Giligan que nos regalan las más prodigiosas puestas de sol que nos puede otorgar nuestro planeta inmerso en este extenso y desconocido universo y que gracias a la complicidad de nuestra conciencia y mirada nos regalamos paz y tranquilidad; por la Puntilla de Sanfuentes, rodeada de mitos y supersticiones.
Es por esto que digo… No justifico la violencia, pero sí deberían entender esto: Si peleamos es por Quintero, su gente y su geografía, peninsular y rural, por sus paisajes y diversidad, por sus playas y su mar, su viento y sus dos cerros, son estos mis ideales, donde me levanto día a día a defenderte, a defender lo que nunca se tuvo que haber perdido, la tranquilidad y la belleza de una comuna bendecida por sus parajes.
Lamentablemente no defiendo la actitud y postura de algunas personas, inerte e inmóvil, parada y acostada, donde prima en sus vidas la comodidad y la cobardía espiritual, por que a pesar de existir un problema latente y claro antes sus ojos, no son capaces de levantarse ni pelear por la dignidad, ni por el honor y de poder cuestionarse: Quién es el violento? Somos quinteranos, los únicos dueños de nuestra tierra, de nuestras vidas y de nuestros sueños y lo defenderemos como tal!