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Hermann Hesse, el último romántico

Hermann Hesse nació en Calw, Württemberg, Alemania, en 1877 y murió en Montagnola, un pueblito de la Suiza italiana en 1962.  En 1946, al año siguiente de nuestra Gabriela Mistral, recibió el Premio Nobel de Literatura. Fue coleccionista de antigüedades y comerciante de libros antes de dedicarse por completo a la literatura.  Su primera gran obra es Peter Camenzind, publicada en 1904. Esta obra es una novela autobiográfica, totalmente realista y anecdótica, donde Hesse devela un joven tímido, idealista, recto, sencillo, receptivo, y amante de la naturaleza que lo rodea. Persisten las confesiones de tristeza e insatisfacción en la vida del personaje que se contrastan con la exaltación a su fuerza física y al gusto por los placeres y desgracias del vino. Los amores de Peter que se suceden en el transcurso de la novela son todos platónicos. El primero raya en lo romántico: Arriesga su vida para recoger unas flores que sólo crecen en los altos riscos para luego dejarlas en la casa de su amada, sin que ella sepa quién las dejó ahí, y sin que él logre enterarse si ella alguna vez las vio. Sus dos amores siguientes no le corresponden, sin embargo él las sigue amando hasta el final de la historia. En 1909 este libro alcanzaba ya cincuenta ediciones. Hay varios ejes que dan forma a la novela, y que persisten a través de toda su obra. La naturaleza, el caminante, el amor, la espiritualidad, la búsqueda y el encuentro con Dios.

Hermann Hesse y Carl Gustav Jung se conocieron. Hesse le dijo algo así como, ambos buscamos lo mismo, usted mediante la sicología yo a través de la literatura. La búsqueda del sí mismo. Para Jung como para Hesse todo lo trascendente pasa en el interior e del ser humano. En gran medida la literatura de Hermann Hesse trata de los conflictos del adolescente y del joven inserto en el mundo hostil que lo rodea. Es por eso que Hesse tuvo tantos lectores en todo el mundo, porque  entregaba a la juventud un camino a seguir en aquella  época sumamente conflictiva, la época de las dos guerras y el posterior desmoronamiento del mundo occidental. Los lectores jóvenes se identificaban o anhelaban identificarse con los personajes de sus novelas; en Siddharta, en el Demian, en Narciso y Goldmundo, y luego también en un personaje ya mayor, en El Lobo Estepario.

En Peter Camenzind la acción transcurre en ciudades y pueblos pequeños de Alemania, Suiza e Italia, país al que siempre regresa, país que lo cautiva. Entabla amistad con los campesinos, sencillos y amables, con los niños, las veteranas, disfruta sus costumbres y es hechizado por San Francisco de Asis. Camenzind venera a este santo que ve la divinidad en toda la naturaleza; en los astros, los árboles, las montañas, los animales.  El idealismo y la sensibilidad de Peter son tan fuertes que se hace amigo de un lisiado de rostro horrible. Lo lleva a su casa, lo cuida y protege.

Olga Lolas me comentaba que en sus tiempos Hesse era un autor que se debía leer. Para nuestra generación Hesse era un autor de culto, un rebelde y un místico que no se podía evitar. Porque a pesar de ser un romántico tardío, fue también una flecha al futuro, que guió a los jóvenes de los cincuenta, sesenta y setenta. Sin embargo, me imagino que para las nuevas generaciones, este autor  debe parecer completamente fuera de época. En Peter Camenzind, por ejemplo, no hay ninguna mención a la técnica moderna, a la “máquina”, por así decirlo. ¿Qué puede decir la naturaleza a los jóvenes de hoy, si la mayor parte del tiempo la pasan mirando la pantalla de su teléfono?

 

La Columna de Citadini

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