Con cerca de 170 mil piezas de plástico y aluminio, en el año 2012 se convirtió en el mural de tapas más grande de Sudamérica. Hoy, esta inédita obra de arte se ha transformado en parte de la identidad de Quintero, sin embargo, con el paso del tiempo los colores que han iluminado por cerca de seis años un costado del Liceo Politécnico se han ido destiñendo con el sol, el aire marino, el polvo y la lluvia.
Es por esta razón que la artista y educadora, Elvira Valenzuela, que en su momento lideró el colectivo BasurArte, se encuentra trabajando desde esta semana en la restauración del mural, pintando las tapitas que se encuentran desteñidas para así seguir conservando las imágenes que en algún momento fueron trabajadas por artistas, estudiantes y vecinos de la zona.
Un mural, que además de aportar al desarrollo cultural en Quintero contribuyó al cuidado del medio ambiente, incentivando el reciclaje, sobre todo si se piensa que una tapa de plástico, se demora en promedio, 150 años en degradarse. Una obra que ha servido de ejemplo incluso en el extranjero, donde Valenzuela ha recibido invitación desde París para replicar este gran proyecto.
Pero el reciclaje no termina con la restauración de este mural, sino que continuará en el mismo sitio con una iniciativa de jardineras que se convertirán en huertos orgánicos.
Luego de la restauración lo que queda es seguir cuidando esta obra de arte que identifica a los quinteranos, y que ha sido un sello para la ecología, el reciclaje y el trabajo en comunidad.
Es por esta razón que la artista y educadora, Elvira Valenzuela, que en su momento lideró el colectivo BasurArte, se encuentra trabajando desde esta semana en la restauración del mural, pintando las tapitas que se encuentran desteñidas para así seguir conservando las imágenes que en algún momento fueron trabajadas por artistas, estudiantes y vecinos de la zona.