El 21 de agosto de 2018 más de mil personas se vieron afectadas por nauseas, vómitos y dolores de cabeza, debido al tratamiento fallido que realizó la estatal del crudo que venía del Medio Oriente. De acuerdo a la carpeta de investigación de la Fiscalía, una cadena de errores, negligencia, falta de control y comunicación, provocó que la intoxicación afectara a Concepción, Quintero y Puchuncaví. La hipótesis hasta ahora más clara, apunta a varios factores. Primero, el uso de una espuma para disminuir los niveles de ácido sulfhídrico del crudo de baja calidad. Segundo, que fue almacenado a la intemperie. La suma de ambos hechos produjo evaporación, la que se transformó en una nube tóxica que afectó a la ciudadanía e incluso a las detectives que investigaban el hecho. Unos días antes que todo ocurriera, un operario alertó vía e-mail a un alto ejecutivo de la estatal: “Creo que no debiéramos drenar hasta estar seguros de esto”, fueron sus palabras. Hasta ahora no hay formalizados. Los testimonios, diligencias y documentos los revela BioBioChile.
“Lo más importante son las personas (…) Creo que no debiéramos drenar hasta estar seguros de esto”. Esa fue la primera advertencia de que algo andaba mal la mañana del 20 de agosto de 2018, en el Terminal Marítimo Quintero de ENAP, solo horas antes que se intoxicaran más de mil personas por la errónea manipulación de petróleo iraní de baja calidad.
El aviso fue enviado, vía e-mail, por el operador Rodrigo Gamboa a Juan Pablo Rhodes, un alto ejecutivo de la compañía, que da cuenta de una cadena de errores y echa luz por primera vez sobre un hecho que pudo haber tenido consecuencias catastróficas.
El documento forma parte de la carpeta de investigación que lleva el Ministerio Público, a la que accedió en exclusiva BioBioChile. En ella constan declaraciones reservadas de testigos y trabajadores de ENAP, correos internos, minutas de reuniones y los informes con las diligencias realizadas por Fiscalía y la PDI.
De acuerdo a esos antecedentes, todo gira en torno a una hipótesis: la nube tóxica se formó por el manejo erróneo del “Iranian Heavy”, crudo que superaba en 8.900% (8 mil 900 por ciento) el máximo permitido -por norma internacional- de ácido sulfhídrico (H2S). Eso, sumado a la aplicación de una espuma (o secuestrante) para bajar la cantidad del gas, las condiciones meteorológicas y de luz solar ocasionaron un proceso de evaporación del compuesto que causa mareos, nauseas, vómitos e incluso la muerte.
Pese a los hechos, hasta ahora el Ministerio Público no ha formalizado a nadie.
El reclamo del capitán
Todo comenzó a fines de julio de 2018, cuando el buque Monte Toledo llegó a las costas del país, luego de una larga travesía desde Irán. Ello, como abono a una deuda de 28 millones de dólares que mantenía la productora nacional de ese país con la ENAP, luego de una fallida inversión en el Medio Oriente.
La nave con todo el crudo no podía ingresar al Puerto de San Vicente, región del Bío Bío, por lo que parte del contenido se traspasó al Cabo Victoria, un barco de menor envergadura, que luego lo llevó hasta a Quintero, donde debía ser refinado en la planta que la ENAP tiene en Concón.
El trasvasije era peligroso, porque las plantas de la estatal operan regularmente con petróleo de calidad mediana, cuyos índices más altos alcanzan hasta las 60 partículas por millón de H2S, mientras que el material que provenía del Medio Oriente traía casi nueve mil.
Lo anterior motivó a que el capitán del buque Cabo Victoria, Vicente Vivanco López, presentara una carta de protesta (ver archivo adjunto) el 4 de agosto, respecto de la maniobra realizada en la bahía de Concepción. Su reclamo quedó consignado en la declaración que prestó en enero pasado ante el organismo persecutor.
En ella señaló que la medición del ácido sulfhídrico se realizó en solo dos de los estanques del Monte Toledo, aun cuando eran más de doce.
Vivanco López, estaba seguro: “Tengo la firme convicción de que el agua encontrada en la carga está subestimada (…) Y puedo suponer que en el puerto de descarga se encontrará una cantidad de agua mucho mayor”.
Ese mismo día, al anochecer, miles de personas presentaron nauseas y mareos tras percibir un olor como a “huevos podridos”. Lo que siguió fue rápido: una evacuación en la Clínica Biobío y en el Mallplaza Trébol en Talcahuano. El hedor que se apoderó del ambiente, sería el mismo en Quintero y Puchuncaví, días después.
Alertado de la situación, esa misma tarde el capitán de puerto de Talcahuano, Oliver Spichiger, se embarcó en una patrullera naval rumbo al punto donde se desarrollaba la operación. En la oportunidad aseguró a Radio Bío Bío que enterado de lo ocurrido “fuimos a chequear lo que estaba pasando a bordo de estas naves”.
Dijo que todo estaba dentro de la norma: “Pudimos chequear los parámetros que nos dio el capitán del buque y lo que pudimos observar en terreno es que no hubo alteración al normal funcionamiento de esta actividad”. Lo que contrasta con el mencionado reclamo del capitán del Cabo Victoria.
Así las cosas, el crudo se trasladó en el buque Monte Toledo a la Refinería Bío Bío de ENAP donde fue tratado de manera inmediata.
Un rumor de verdad
El buque Cabo Victoria, en tanto, enfiló hacia Quintero en un viaje que no debía presentar mayores problemas. Sin embargo, a la altura de Constitución -región del Maule- y estando en mar abierto, la tripulación se vio obligada a liberar gas que se acumulaba en los estanques.
Terminada la operación, siguieron su curso hacia la región de Valparaíso. Entre los trabajadores de la estatal solo corría un rumor de una carga altamente peligrosa, con alto contenido de H2S. Y era un rumor, porque de acuerdo a más de una decena de declaraciones de operarios, la ENAP nunca los alertó de manera oficial de la llegada. Los ejecutivos, sin embargo, sí conocían el hecho.
El contenido del Cabo Victoria se volvió conversación obligada en las oficinas y principalmente en los almuerzos y desayunos en el casino de la planta en Quintero. No era menor. El petróleo iraní y su alto contenido tóxico trajo a la memoria de los operarios un sombrío recuerdo.
“Hace años atrás falleció un colega y desde ese minuto el H2S es sensible para nosotros (…) Es un gas altamente peligroso (…) ”, le dijo a la Fiscalía Pedro Ponce, un empleado de la estatal.
Y pese a que todo indicaba que podía ocurrir lo mismo que en Concepción, el 9 de agosto de 2018, a eso de las 00:00 horas, el Cabo Victoria comenzó la descarga. La preocupación era alta. La química no miente. La denominación del crudo no daba lugar a interpretación:Iranian Heavy.
Un aroma diferente
Para disminuir los niveles de ácido sulfhídrico, ENAP recurrió con urgencia a la empresa Baker & Hughes, firma que podía proporcionar un aditivo para disminuir los niveles del H2S.
Posterior a ello, se debía retirar el agua que traía la carga del Cabo Victoria. Para ello, se utilizó una piscina API que permite dividir ambos elementos y luego se debía drenar.
Sin embargo, a diferencia de lo que pasó en Refinerías Bío Bío, donde el crudo se trató inmediatamente, en Quintero se dejó en tres estanques ubicados a la intemperie, que no estaban destinados al tratamiento o almacenaje de crudo, sino para aguas oleosas.
Un olor desconocido comenzó a emanar en la planta y ya no hubo vuelta atrás. El petróleo que estaba al aire libre comenzó a reaccionar al calor del sol. Se evaporó y comenzó la nube tóxica.
Según declaró Rodrigo Gamboa, uno de los operadores de la planta, percibió un aroma diferente a los que habían normalmente, apenas asumió su turno. Sospechó de la chimenea de una empresa cercana, pero luego de conversar con sus colegas supo que correspondía al drenaje del petróleo iraní. “Pegó la patá”, “está pasado”, se comentó en la sala de control, da cuenta la carpeta de investigación. Algunos empleados impregnados del hedor, pensaron en cambiarse la ropa.
Gamboa pidió a sus pares que se detuviera el proceso, pero uno de los trabajadores le respondió negativamente: “Nos mandaron”, señaló. El proceso siguió.
Ante esta situación, Gamboa envió a sus superiores un correo electrónico al que accedió BBCL, donde alertó que el solo contacto con el producto provocaba irritación en las vías respiratorias, dolores de cabeza y molestia en la visión, entre otros síntomas.
Asimismo, advirtió que el olor ya comenzaba a percibirse en las cercanías de la planta Copec, emplazada a menos de un kilómetro.
El tema fue discutido en una reunión de la ENAP ese mismo día. En el encuentro, se agregó un dato adicional: que las emanaciones ya existían desde el 17 de agosto y que todo indicaba que el “secuestrante” habría operado de manera negativa en uno de los estanques (ver archivo adjunto).
La cita contó con la participación -mediante video conferencia- del director del Terminal Marítimo Quintero de ENAP, Juan Pablo Rhodes, entre otros ejecutivos, donde se dio cuenta de los problemas con las emanaciones.
En otras palabras, la mañana del 20 de agosto de 2018, ya se había dado un aviso interno de la presencia de un olor desconocido, mas no así a la autoridad ambiental ni a la ciudadanía que terminarían afectados en pocas horas.
En cualquier caso, ese mismo día, se dio la orden de detener el drenaje en los estanques donde estaba el crudo iraní. Desde entonces hasta la fecha, este procedimiento está prohibido en la zona.
Con los hechos consumados, la autoridad ambiental y el Ministerio Público iniciaron la indagatoria para determinar qué había ocurrido.
Al terminal de Quintero llegó personal de la Superintendencia del Medio Ambiente, pero -ya sea porque fueron conducidos ahí o por determinación propia- llegaron a otros estanques, donde nunca fue almacenado el crudo iraní.
Según consta en las declaraciones, los miembros del organismo mostraron interés en el tanque 5109, desde donde no emanaba ningún olor y donde sólo había agua de mar, pues estaba en proceso de limpieza. También fueron al 5104, que estaba prácticamente en la misma situación.
Asimismo, arribaron al lugar detectives de la Brigada de Delitos Contra el Medio Ambiente de la PDI Metropolitana, tras una orden emitida por el fiscal Mauricio Dunner, quien recibió las primeras denuncias de los habitantes de la zona.
La visita de la policía civil se llevó a cabo entre las 16:40 y 17:50 horas del 23 de agosto de 2018 y contempló la visita al sector conocido como Ampliación, donde se encuentran los estanques que contenían el crudo. Allí percibieron un “intenso” y “penetrante” olor a hidrocarburo, según consta en el informe entregado al organismo perseguidor.
Fueron precisamente miembros de ese equipo de la PDI que cuando retornaban a Santiago sintieron síntomas coincidentes con los de las personas afectadas en Quintero y Puchuncaví.
Una de las afectadas corresponde a la subcomisaria Alicia Saavedra, quien -según declaró- mientras tomaba muestras en el sector remodelación percibió un fuerte olor, el que se acrecentaba cuando corría viento. La emanación le causó nauseas y con el pasó de los minutos mucho ardor en la cara.
Al día siguiente, la oficial usó su ropa institucional, es decir, su chaquetilla azul, la misma que vistió en la inspección de ENAP. Fue cuando se preparaban para el retorno que comenzó con los síntomas de intoxicación, pues el vehículo estaba “hediondo”, con un olor pesado, especialmente en las prendas señaladas, las que incluso dejaron ventilándose para sacar el hedor de la ropa.
En el trayecto, al respirar profundo -aseveró- percibió el mismo aroma que estaba presente en la planta de la petrolera estatal. El camino de retorno fue accidentado: ella y su colega comenzaron a perder la sensibilidad en las piernas, mareos, dolores de cabeza y arcadas. Ambas debieron ser trasladadas hasta la Urgencia del Hospital de Carabineros, donde se les diagnosticó intoxicación por gases, tal como ocurrió con los habitantes de la zona afectada.
¿Qué pasó con el crudo iraní?
Si bien no hay claridad sobre qué destino tuvo el Iranian Heavy, algunos trabajadores declararon que éste fue retirado de las piscinas y finalmente bombeado a Concón para ser refinado.
¿Cuánto ganó ENAP con el crudo iraní? Al parecer no mucho, pues Radio Bío Bío tuvo acceso exclusivo al extracto de una reunión de la firma estatal, donde una de sus gerentas hace un balance de las finanzas de la compañía.
En la cita, la ejecutiva lamenta los costos asociados al procesamiento crudo iraní que bordeaban los 7 millones de dólares, es decir, más de 4.700 millones de pesos.
Hasta ahora, no existen formalizados por estos hechos.
Fuente: Reportajes Bio Bio