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Cuál será el impacto de las inéditas normas secundarias para medir la calidad del agua y sedimentos

Las normas secundarias aprobadas por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad para esa zona de sacrificio de la región de Valparaíso permitirán que 17 tipos de compuestos químicos sean normados, monitoreados y fiscalizados, con el fin de proteger el ecosistema. Se trata de la primera norma nacional de este tipo que aplica para una bahía y busca controlar compuestos cuya presencia “puede reducir la biodiversidad o también la actividad de los microorganismos”, según explica el académico de la escuela de Química de la PUC, Ricardo Salazar. La implementación de estos instrumentos requiere de la coordinación con varias entidades, entre ellas la Armada y la SMA, explica Sergio Sairafi desde el Ministerio del Medio Ambiente.

A partir de mayo pasado comenzaron a verse avances concretos en las históricas promesas de descontaminación de la Bahía de Quintero y Puchuncaví, con la autorización del cierre definitivo de la Fundición Codelco Ventanas. Tras los reiterados casos de intoxicación masiva de habitantes de la zona, incluyendo cierre de establecimientos educacionales y saturación de los servicios de salud, el cierre de una de las fuentes emisoras de contaminación era una razón para celebrar. normas secundarias 

Sin embargo, aún queda mucho por avanzar en la recuperación de la zona de sacrificio en la que se convirtió Quintero y Puchuncaví, producto de más de cinco décadas de actividad industrial con un fuerte impacto sobre la salud de las personas y de la naturaleza. En ese marco, y como parte del Programa para la Recuperación Ambiental y Social de esa zona, el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático aprobó por unanimidad, a principios de julio, normas secundarias de calidad de agua y sedimentos para la bahía de Quintero y Puchuncaví. Se trata de las primeras normas de su tipo en el país destinadas a monitorear una bahía y también en regular sedimentos.

Las normas de calidad secundarias están establecidas en la ley de bases generales del medio ambiente (19.300/1994), como un instrumento de regulación directa para la prevención y control de la contaminación, junto con otros como las normas de calidad primarias y los planes de descontaminación. La norma primaria tiene alcance nacional y es definida como aquella que “establece los valores de las concentraciones y periodos, máximos o mínimos permisibles de elementos, compuestos, sustancias, derivados químicos o biológicos, energías, radiaciones, vibraciones, ruidos o combinación de ellos, cuya presencia o carencia en el ambiente pueda constituir un riesgo para la vida o la salud de la población”. La norma secundaria es similar, pero referida a condiciones que puedan constituir “un riesgo para la protección o la conservación del medio ambiente o la preservación de la naturaleza”, y puede ser para una zona específica.

El proceso de elaboración de estas normas secundarias para la bahía de Quintero y Puchuncaví comenzó hace tres años, en agosto de 2020, con el objetivo de regular las concentraciones de parámetros asociados a actividades industriales y actividades de saneamiento (tratamiento de aguas servidas) que se desarrollan en la bahía.

Impacto de las sustancias

Así, las normas aprobadas fijarán los valores de las concentraciones máximas permitidas de sustancias que pueden generar un riesgo para la protección o conservación del medio ambiente. De esta forma, se normarán 17 parámetros: arsénico, cadmio, cobre, vanadio, níquel, plomo, mercurio, cromo total y hexavalente, benceno, etilbenceno, tolueno, hidrocarburos aromáticos policíclicos, naftaleno, 4-nonilfenol, cloro libre residual, bromoformo.

El Dr. Ricardo Salazar González, académico de la Escuela de Química de la Universidad Católica, explica que todos estos compuestos pueden ser nocivos para la salud humana y el medio ambiente, dependiendo de su concentración y forma química.

“Por ejemplo, la toxicidad del arsénico depende de su forma química, la dosis y la vía de exposición. El arsénico inorgánico es más tóxico que el arsénico orgánico. Es importante destacar que las concentraciones naturales de arsénico en el medio ambiente suelen ser bajas y no representan un riesgo significativo para la salud humana”, detalla el docente.

El experto agrega que la presencia en los ecosistemas de los parámetros incluidos en la norma puede desencadenar diferentes impactos negativos dependiendo de la concentración (cantidad). Los compuestos enlistados pueden ser tóxicos para organismos acuáticos, pueden acumularse en los suelos y luego ser absorbidos por las plantas y entrar en la cadena alimenticia de aquellos herbívoros o de otros organismos que se alimentan de plantas.

“La presencia de estos compuestos puede reducir la biodiversidad o también la actividad de los microorganismos. Si estos contaminantes ingresan a la cadena alimentaria podrían llegar también a los seres humanos a través del consumo de alimentos contaminados y tener efectos negativos en la salud”, indica el Dr. Salazar.

Por estos motivos, el académico de la Escuela de Química de la UC destaca que para minimizar los riesgos asociados con los compuestos lo primero es justamente implementar regulaciones ambientales adecuadas, prestando atención a las fuentes potenciales de actividades industriales y de exposición. También, disminuir el uso de combustibles fósiles, usar energías renovables y monitorear ambientalmente la presencia de los compuestos en el medio ambiente.

La hoja de ruta normas secundarias

Sergio Sairafi, ingeniero civil hidráulico, máster en Gestión de Agua y Suelo y profesional del Departamento de Ecosistemas Acuáticos del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), explica a País Circular que la importancia de fijar normas máximas de sustancias es clave para preservar los ecosistemas. Las concentraciones sobre los valores definidos por la norma generan riesgos y efectos adversos a la biota, los que pueden ir desde malformaciones a problemas reproductivos de diferentes especies.

“Por definición y legalmente, el objetivo de una norma secundaria es la protección de los ecosistemas. Una norma hecha para proteger salud humana es una norma primaria, lo que no quita que estas normas secundarias también pueden generar un beneficio a los humanos. A esto se le llama cobeneficios. Volviendo a las normas secundarias, lo que buscamos con ellas es proteger las especies que habitan todo el tiempo el medio, o que se alimentan de sedimentos”, explica Sairafi.

Para que estas normas secundarias comiencen a aplicarse, primero es necesario que el Presidente Gabriel Boric firme el proyecto y que este sea visado por Contraloría. Tras esto, el Ministerio del Medio Ambiente publica en el Diario Oficial y comienza su vigencia; para su implementación concreta, será necesaria la coordinación entre varios servicios públicos.

“Estamos coordinándonos con la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (Directemar) de la Armada, que es la que hasta la fecha ha ejecutado más tomas de muestra en la Bahía de Quintero a través de su Programa de Observación del Ambiente Litoral (POAL). La idea es que ellos asuman también aquí esta tarea y para eso hay que coordinarse con la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), porque es la institución que establece la metodología para fiscalizar, desde la forma de tomar muestras hasta cómo realizar los envíos a laboratorio y a qué laboratorios”, detalla el profesional del MMA.

De acuerdo a estimaciones de la cartera, se espera comenzar el monitoreo formal, aplicando estas normas secundarias, el próximo año, una vez que se realicen los trámites administrativos, las coordinaciones entre servicios y que se asignen las glosas presupuestarias correspondientes en la Ley de Presupuesto. Cuando entre en vigencia, el Ministerio del Medio Ambiente tendrá la obligación de coordinar y, si se incumple la normativa, decretar zona saturada o latente. Esto, en un futuro, implica el desarrollo de planes de descontaminación o de planes de prevención. Según explican desde el MMA, si bien en el territorio nacional existen diferentes planes de descontaminación, en agua solo existe el del Lago Villarrica, por lo que la aprobación de las normas secundarias para la Bahía de Quintero y Puchuncaví podrían generar planes de descontaminación para agua marina.

Si bien el incumplimiento de estas normas en sí mismo no generará sanciones o multas a quienes sobrepasen los niveles permitidos, son la base para que puedan ejecutarse castigos contra quienes las violen a futuro. Las eventuales sanciones a agentes emisores contaminantes se deben dar a través de planes de descontaminación y en ese aspectos estas normas secundarias son esenciales para generar otros instrumentos de gestión.

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Por otra parte, otra ventaja que implica la aprobación de estas normas secundarias de calidad de agua y sedimentos para la Bahía de Quintero y Puchuncaví es la obligación de que el Sistema de Evaluación Ambiental deberá considerarlas dentro de sus procesos. “Es decir, si hay un proyecto que quiera ejecutarse en la Bahía, tendrá que estimar el impacto ambiental que generará sobre el sedimento o las aguas de Quintero, de tal manera que determine si el daño es significativo e implementar todas las medidas de mitigación, compensación o lo que aplique según el caso”, agrega Sairafi.

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