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Juan Fernández, Navegante y Descubridor. A 446 años del descubrimiento

Dentro de la naturaleza humana la sed de aventuras, viajes y descubrimientos era cosa natural en siglos pasados de los hombres de mar, no importando el costo en que ello se incurriese tanto en lo económico, material e inclusive exponer la vida humana en esas empresas de alto riesgo que eran de una incerteza absoluta, a tal punto que se pensaba que la tierra era plana, y los antiguos navegantes pensaban que al llegar a la línea del horizonte caerían a un abismo. Que en alta mar habitaban monstruos marinos de mil cabezas, pulpos gigantes y horribles tempestades. Sin embargo el tesón y la valentía de aquellos osados hombres de mar que navegaban con rudimentarias cartas de navegación e instrumentos poco sofisticados e imprecisos, lograron sus propósitos la mayoría de ellos. Juan Fernández

Juan Fernández Sotomayor

Nace en Cartagena, Murcia, España, entre los años 1528 y 1530. Fue Contramaestre, Piloto y Piloto Mayor de la Real Armada Española. Bordeó las costas occidentales de América del Sur. Descubrió las Islas San Félix y San Ambrosio y el Archipiélago que lleva su nombre el 22 de Noviembre de 1574. Aunque en algunos escritos y obras del siglo XIX aparece Juan Fernández como nacido en Jerez de la Frontera, es posible achacar este error a que fuese confundido con otro Capitán de igual nombre, que participó con Francisco Pizarro y Diego de Almagro en la campaña del Perú. Podemos establecer con bastante seguridad según las escasas biografías y documentos existentes, que el famoso descubridor,  Juan Fernández Sotomayor nació en Cartagena en 1530, siendo esta fecha un tanto aproximada y deducida de su propia declaración prestada el día 2 de Febrero de 1590 ante el Licenciado Alonso Maldonado de Torres, oidor de la Real Audiencia de Lima, en la que se cita: “Fue preguntado el dicho Juan Fernández, Piloto, por la generación i dixo ser de sesenta años poco más o menos”.  Navegó por cerca de 40 años entre el Callao a Valparaíso, Penco y hasta el Estrecho de Magallanes, un gran conocedor de nuestras costas chilenas. Muere en sus tierras en Rautén, antiguo lugar que perteneció a Quintero, hoy a Quillota, en la Quebrada del Malacara, a los pies del cerro Mauco, en el año 1599, fallece a los 69 años de edad.

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Su llegada a Chile y actividades  desarrolladas

Llega el año 1550 al Reino de Chile, que consideró como su segunda patria. Trabajando como piloto en las naos que llevaban la derrota (ruta) por la costa del mar Pacífico sur. Ya en 1560 aparece como  Contramaestre  en una nave de propiedad de Bernardo Ruete y en 1562 acompaña a Francisco Villagra en su expedición a las Islas de Chiloé, desembarcando en ella el 20 de Noviembre. Siguiendo estas escasas y esporádicas averiguaciones, se encuentra a Juan Fernández en Arauco en 1563, en el mes de Abril en Concepción y en Mayo en la Isla Santa María y en 1567 se embarca en la expedición de Álvaro Mendaña, después de varios años  de navegar consiguió el título de Piloto. En 1570 trabaja como Piloto en la nao San juan Vizcaíno, que se encuentra en Valparaíso el 7 de Noviembre. El 8 de Febrero se encuentra en la Capital del Reino (Santiago), dispuesto para salir al Callao a bordo del navío Nuestra Señora de los Remedios como Piloto, éste sería su último viaje antes del afamado descubrimiento del archipiélago Juan Fernández. Es preciso señalar que uno de los más eruditos historiadores de Juan Fernández fueron  los chilenos José Toribio Medina y don Benjamín Vicuña Mackenna.

Demora en navegar entre Valparaíso y El Callao, y viceversa

La navegación entre los puertos chilenos de Coquimbo, Valparaíso y Concepción con el puerto de El Callao (Perú),  a escasa distancia de la Capital del Virreinato duraban  entre un mes y mes y medio de sur a norte costeando, acariciadas las naos con viento sur que las hacía navegar empopadas. Sin embargo las navegaciones que se hacían de norte a sur, se traducía en una penosa experiencia que solía durar como mínimo ocho o nueve meses  en el mejor de los casos que era los mínimos. Solían hacerse bordeando la costa, a escasa distancia de ella. Tanto es así que muchos viajeros por la lentitud del navegar de las naos, cansados de la desesperante lentitud, pedían ser desembarcados para continuar el viaje a pie, muchos perdían la vida en el intento ya que muchos morían en el trayecto. Entre las anécdotas que muestran la alargada y terrible experiencia que suponía el trayecto marítimo hacia el sur, muy curiosa y esclarecedora resulta la que comenta el Obispo Fray Reginaldo Lizárraga al respecto: “este viaje por mar del Puerto de El Callao a Chile, agora veinte años, solía ser muy tardío porque no hacían cada día más que dar un bordo a la mar, otra a la tierra y surgir en la costa, y así están toda la noche, a cuya causa tardan un año y más en llegar a Chile. Conocí en aquel Reino a un español que embarcándose sus padres para aquel reino, se engendró y nació en la mar y tornó su madre hacer otra vez preñada, y no habían llegado al puerto de Coquimbo”. Clamorosa aclaración del largo trayecto del Obispo, así como el del ardor  guerrero del  español”. Hemos de reconocer los pocos alicientes que se encontraban a bordo en esos años.

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Aislamiento político económico de Chile

Producto de la tremenda demora en los viajes marítimos entre el Reino de Chile y el Virreinato del Perú y que por tierra también era un penoso y largo trayecto, permitió que Chile permaneciese aislado política y económicamente del resto del virreinato; tanto es así que el Virrey Andrés Hurtado de Mendoza llegó a pensar en la posibilidad de utilizar Galeras o Galeotas, embarcando a los numerosos malhechores que moraban en las cárceles de la capital, no llegó a ser autorizada su propuesta para construir buques a remo. En realidad la razón de que se necesitaran tanto tiempo en la navegación, se debía a que éstas se llevaban a cabo a escasa distancia de la costa con vientos constantes de componente sur, condición negativa que fomentaban las corrientes que partiendo del Polo Sur (como la de Humbold), recorren aquellas costas en dirección norte y que, por supuesto no conocidas por aquellos navegantes.

Navegación Histórica, el Descubrimiento

En estas condiciones se encontraba el Piloto Juan Fernández, hace 446 años atrás, cuando el 27 de Octubre de 1574 zarpa desde el puerto de El Callao con dirección a la ciudad de Concepción. Juan Fernández era un Piloto experto en los mares del sur ( escribió un único libro con su experiencia, “Navegando contra Corriente”); había tomado notas náuticas cuando participó en la expedición de Mendaña, como también con la experiencia de haber navegado con su paisano y buen Piloto también, don Hernando Lamero, quienes habían observado en los mares del sur mareas con respetable tamaño de oeste y del sudoeste, condición que le llevó a imaginar con excelente criterio marinero que más afuera se encontrarían con suficiente fuerza estos vientos, en condiciones más que favorables para su derrota (ruta) al sur. Y ese 27 de Octubre de 1574 tomó la decisión que le haría pasar a la Historia de la navegación mundial. En lugar de aproar  su nave,  Nuestra Señora de los Remedios con rumbo sur y costear la costa peruana, decidió navegar “hacia afuera” (mar adentro), con rumbo de componente Oeste y con mucho ánimo de encontrar aquellos vientos que presagiaba. En aquella navegación  que rompía totalmente la norma habitual de los navegantes que tomaban la ruta al sur (Chile), Juan Fernández fue muy criticado por su tripulación, ya que se estaban alejando a 400 millas de la costa (800 Kms app.), una milla náutica mide 1852 metros. El día 6 de Noviembre avista unas islas a las que bautiza, como era normal en aquella época con el nombre del Santo del día, según calendario,  como San Félix y San Ambrosio, en realidad eran Las Desventuradas, cuyas islas las descubrió en 1520 Hernando de Magallanes, luego  de descubrir el Estrecho de Magallanes, en su viaje hacia la isla de las especias, Las Molucas. Los nombres de las Islas San Félix y San Ambrosio puesta por Juan Fernández hasta la actualidad conservan esos nombres. De esta forma el Piloto Cartagenero sigue su derrota. Aproando ahora más al sur, alentado por vientos de componente oeste, hasta que el día 22 de Noviembre de 1574 avista las islas que componen el archipiélago y que hasta el día de hoy se conocen con su nombre, Juan Fernández. Bautizó las nuevas islas con el santoral del día, Santa Cecilia. No llega a acercarse lo suficiente para conocerlas y pasa a tres leguas de ellas (una legua: 4000 mts), ya que su misión de ese momento era la de llevar la nao hasta Concepción donde llega el 27 del mismo mes. De esta forma logró realizar el viaje en 30 días y no en un año como era lo tradicional hasta ese momento. Había batido un record de velocidad en la navegación que acortó el viaje magistralmente. Una hazaña, o un milagro para otros.

Juan Fernández, El Brujo

Como es lógico imaginar, Juan Fernández se apresura en comunicar su hazaña y escribe con rapidez al Virrey del Perú, que en la navegación hacia los mares del sur había descubierto unas islas (archipiélago  Juan Fernández)  y le había tomado treinta días en unir el puerto de El Callao con Valparaíso. Con esta notificación que había realizado con mucho orgullo y entusiasmo a la máxima autoridad, comenzaron los problemas para él ya que nadie le creyó que había demorado tan poco tiempo en su cometido.  Comenzó a correr el rumor de que había recurrido a cometer brujerías y realizar pacto con el demonio, poniéndole la gente el apodo de El Brujo. Esta noticia lo llevó al Tribunal de la Santa Inquisición, que lo llamó a comparecer  ante su mesa  “acusado de hechicería” y que de no demostrar como realizó el viaje en tan poco tiempo, sería condenado a la hoguera.

La defensa de Juan Fernández ante el Tribunal de la Inquisición

En su defensa solicita realizar el mismo viaje con un piloto o capitán que comisione el Tribunal de la Inquisición. Afortunadamente, Juan Fernández disponía de las bitácoras y con las fechas de las cartas que transportaba como correo, exponiéndolas como prueba irrefutable. Expuso con claridad que no había hecho más que lo que todo marino busca en la mar, vientos propicios para sus naves. Aseguró que cualquier piloto con conocimientos suficientes en navegación, aunque fuese reconocido como santo en los altares se haría tan brujo como el mismo, sino más que seguir la derrota (ruta) como la que hizo él. Alejándose de la costa unas 400 millas. Debió explicar los vientos reinantes en una carta de mareas dibujada por el mismo, de tal forma que convenció a los miembros del Tribunal, que dieron por buenas y aceptables sus explicaciones, absolviéndolo de la acusación de haber recurrido a la hechicería para demorar tan poco tiempo en su navegación.

Reconocimiento al Navegante Descubridor

Juan Fernández continuó navegando en diferentes naves normalmente en misiones oficiales y ordenadas por el Virrey del Perú o por el Gobernador, varias de ellas a bordo del navío Santa Clara. Sus méritos son especialmente reconocidos en el año 1589 al serle concedido la Real Patente como Piloto Mayor desde Mar del Sur ordenada por el Virrey del Perú por sus méritos navales.

Juan Fernández y los Corsarios

En Diciembre de 1578 el Corsario inglés Sir Francis Drake y su flota se encontraba asolando la comarca de Valparaíso, villorrio en aquella época de no más de 20 casas y ataca algunas naves surtas en la bahía,  hundió a la del compañero de Juan Fernández,  el piloto Hernando Lamero, roba el cáliz y algunas tinajas de vino de la Iglesia La Matriz, luego se dirige a Quintero, siendo testigo de esto Juan Fernández quién zarpa rumbo al norte avisando a los puertos de la presencia del Corsario inglés Francis Drake, El Diablo, como le llamaban los españoles, y que se dirigía hacia esas latitudes.

Robinson Crusoe, la novela

Novela escrita por el escritor inglés Daniel Defoe (Londres 1659-1661) considerado el padre de los novelistas ingleses, que la popularizó mundialmente en 1719, obra ficticia que se basó en la experiencia del pirata inglés Alexander Selkirk que fue abandonado por decisión propia del navío llamado Cinco Puertos al mando del Capitán Stradling en la Isla. Obra que puso en el mapa al archipiélago siendo tan famosa hasta nuestros días que opacó a nuestro personaje Navegante Descubridor don Juan Fernández, a tal punto que una de las islas se llama Robinson Crusoe, otra Alejandro Selkirk y la tercera conserva el nombre original que le puso el descubridor, Santa Clara.

Opinión de don Luis Delgado Bañón, Director Museo Naval de Cartagena

“Juan Fernández es uno más de los grandes hombres españoles olvidados, que bautizaron con nombres hispanos todo tipo de accidentes geográficos por los cinco continentes y que murieron tan lejos de su patria. En Cartagena se sabe de su existencia porque una calle lleva su nombre… y poco más. Ni un mínimo recuerdo o un triste centenario, cuando se celebran tantos otros de personajillos mediocres y sin tan importancia. Algún día deberíamos homenajear a todos esos Cartageneros que llevaron nuestra cultura y el nombre de su tierra a tanta distancia y que se merecen al menos el homenaje de nuestra memoria”. Fin de la cita.

Puesta  en valor del Navegante Descubridor

En el año 2016 con el apoyo de la Corporación Mar del Sur y este autor ( Director del Museo de Historia y Arqueología de Quintero a la sazón) crean un proyecto denominado “Juan Fernández, Navegante y Descubridor” para poner en valor a nuestro importante personaje, que consistía en instalar dos esculturas, una en la Isla y otra en Rautén; entre otras actividades culturales, navegación a vela desde la Isla a Quintero, creando documental, libro, charlas, etc., contando con el patrocinio de los municipios de Quintero, Concón, Quillota, Isla Juan Fernández y del Ayuntamiento (Municipio) de Cartagena-Murcia, España, como así también de la Corporación de Patrimonio Marítimo de Chile, Asociación de Armadores de Chile y de la Hermandad de la Costa de Chile . Proyecto que se está retomando para concretar esta iniciativa para perpetuar la memoria de este brillante cartagenero Navegante y Descubridor. Especialmente inspirado por el numeral 8º del Octálogo de la Hermandad de la Costa de Chile que reza lo siguiente: “El amor al Mar debe ser el culto de tus días; haz sacrificios a él observando estas leyes”.

Roberto Monardes Fierro

Investigador Autodidacta

Oficial Condestable e Historiador

Nao Quintero

Bibliografía

Artículo, “Un descubridor Cartagenero Juan Fernández, el Brujo y sus Islas” de Luis Delgado Bañón, Director Museo Naval de Cartagena-Murcia, España. Año 2009.

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